DONDE EL AMOR ALCÁNTARA

Alguien contó una noche en el mirador que se eleva sobre la presa y el puente romano, que cuando las obras de rehabilitación del Conventual de San Benito, un operario halló sobre el dintel de una antigua puerta cegada una vasija repleta de documentos y papeles sueltos. 

Contó también la fabulosa aventura de un manuscrito que dicen que cuentan que vino de Malta, de donde los Caballeros, hasta Alcántara. Eran unas pocas líneas que narraban hechos asombrosos de la vida de Jesús. Un evangelio apócrifo. 



Pero pocos sabían que junto al Manuscrito de Alcántara se encontraban en la misma vasija unos pliegos sueltos con textos escritos muchos años después del apócrifo. Del pasado siglo, dicen que es.

Y dicen que en esos viejos papeles está el amor. Y deja que cante esta noche un himno encontrado en el mar, y llévame, llévame al río de Alcántara. Despierta la primavera y un beso te robo y lo guardo en abril, y el alma se despereza. Y deja que beba los vientos que trenzan coronas por ti.

Y cuentan que el amor pasó una noche por La Corredera y levantó un bosque encantado detrás de las paredes de los Roco. Deja que el agua me inunde de barro y me moje los pies, y píntame un barco en el río, Lisboa y allá llévame. Y deja mecer a la luna tiernos abrazos de sal, y deja que escriba en las olas los nombres de Alcántara.

Y las hojas de los árboles del bosque encantado se hicieron sombras y alas, y volaron hasta el puente, avistando, como los pájaros, la galería de San Benito. Y deja que coja tu mano, nido del árbol del pan, y anude una dulce cadena que ate mis ojos al mar. 


Y el puente se vistió de río y de cancionero. Cancionero Azul de Alcántara. Deja que baile esta canción para ti corazón. Deja que el viento se lleve el invierno, que vuelva el amor. Despierta la primavera y un beso te robo y lo coso a mi piel. Y el alma se despereza.

Y en la sinagoga y en todas las calles floreció el amor, porque donde el amor Alcántara, y también las montañas del norte, en Gredos, y también el horizonte de Llerena, y las calles de Redondo, donde Janita Salomé. Porque cada joven que habita esta tierra entre ríos sueña con su propia Alcántara.